El cine de ciencia ficción suele ser lo más futurista y moderno posible para mostrarnos a veces lo oscuro de la teconología, las consecuencias éticas, etc. Pero en algunas ocasiones, entran en temas que van más hacia adentro, hacia la mente y emociones de sus personajes. Little Fish es una de esas ocasiones.
Hace más de 15 años, Eternal sunshine of the spotless mind nos mostró la posibilidad de elegir borrar memorias para poder seguir adelante con tu vida. Olvidabas todo lo que te causó dolor, aún sin pensar si la otra persona querrá o no olvidarte. Era un drama romántico con tintes de ciencia ficción. Esta vez la pregunta que se nos hace es, ¿qué tal si no es un tema de decisión? , ¿qué tal si el olvido es una condición médica ante la cual no es posible hacer nada? ¿cómo enfrentarlo?
Little Fish responde a todas las preguntas anteriores con una historia de amor directa, sensible sin ser cursi, emocionalmente abrumadora, y que rehuye de los clichés para mostrar la angustia de conocer que el amor, a veces no será suficiente.
Con otra vibrante actuación de Olivia Cooke, quien en su papel de Emma intenta hacer todo lo posible por ayudar a su esposo, Jude, a mantener su memoria lo más intacta posible, porque, como dice Emma, "Cómo puedo pensar en nuestro futuro si debo vivir reconstruyendo nuestro pasado". Es dolorosa, enternecedora en muchos momentos. Las actuaciones de ella y de Jack O Connel como Jude, son brillantes, e incluso las secundarias, de Soko y Raúl Castillo, la pareja de amigos de Jude, que también pasan por la misma situación, son dolorosamente necesarias.
El uso de los flashbacks, los engaños de la edición para convencerte de la linealidad de la información que te comparten es genial. Todo se cierra de una forma impresionante.
Esta es una película que debería tener la máxima repercusión posible.
En tiempos de una pandemia que afecta mortalmente a tantisima gente, la sola idea de una pandemia de pérdida de memorias lo hace todo atronadoramente urgente. Te replanteás lo válido de seguir, la necesidad de la fuerza.
Con una banda sonora preciosa, Little Fish consigue ser un retrato amargo de la impermanencia de la vida, de las emociones, que rebasa cualquier lentitud en su narración con las sensaciones que te provoca.
Little Fish: 8.5/10.
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